sábado, 7 de junio de 2014

Contra la corriente, de T. Hark



Acrobacias


Tyler Yim, un joven de veintiún años que sueña con irse de Hong Kong, trabaja, con el propósito de juntar dinero para poder viajar, para el Tío Ji integrando un peculiar grupo abocado a tareas de seguridad. Un día, al terminar un trabajo en un aeropuerto, encuentra un folleto turístico de una playa llamada Aracaju, “en Sudamérica” dice su voice over, que se le aparece como un espacio donde la vida es fácil y el tiempo siempre bueno. Por un violento corte directo el espectador se enfrenta a una calle oscura, barrida por el viento, por la que avanza un camión militar, donde, en castellano desde la banda sonora, una voz anuncia un mal parte meteorológico. Es muy difícil, al menos en una primera visión, eludir el desconcierto que provoca el salto. ¿Adónde se ha trasladado la acción? ¿Qué conexión existe entre lo visto hasta ahora y este nuevo escenario que implica, posiblemente, otro continente, otro país y otro idioma? Los planos que siguen, que narran un violento enfrentamiento armado por una importante suma de dinero, permiten sospechar, por el acento de las voces, que estamos en un México, lo que se confirmará más adelante, diseñado por un director artístico al despertar de una pesadilla, después de haber visto, uno tras otro, los admirables melodramas que Don Luis Buñuel realizara en ese país. La duda planteada por la segunda pregunta subsistirá todavía durante un tiempo de metraje.


Este tipo de sobresalto, calculado, es una constante que recorre todo el film del vietnamita Tsui Hark. Ya sea logrado a través de inesperados flash-backs, vehiculizados a veces por un personaje y otras por el narrador, de imágenes mentales de alguno de los protagonistas y de algún que otro flash-forward, a lo que se suma el desasosiego que provoca la deliberada ausencia del ‘plano de establecimiento’ que siempre ayuda a ubicar en el espacio. En un segundo enfrentamiento con el film, por lo menos esa es mi experiencia personal, puede llegar a armarse la historia, vaya a saber si enteramente: ¿cómo funciona dentro del todo el episodio de la supuestamente asediada Srta. Ma? Lo grave es que tantas estrategias narrativas mezcladas, algunas saqueadas de la vanguardia cinematográfica pero otras del cine más clásico, no parecen obedecer a un propósito, salvo que se entienda como tal el de obligar a ver la película nuevamente, a lo mejor para que se adviertan aún más las múltiples apariciones de una cierta marca internacional de cigarrillos cuya publicidad -¡oh,casualidad!- suele estar asociada a los deportes de aventura. Claro está que hay films, como Vértigo (Alfred Hitchcock, 1958) o Muriel (Alain Resnais, 1963) que al revisarlos nunca dejan de proporcionar sorpresas mientras que una vez que se puede inteligir aquello que narra, Contra la corriente aparece tan trivial como para no justificar ningún esfuerzo.

Pero, quizás, no sea éste el abordaje correcto y, en su lugar, haya que detenerse en la semejanza entre este largometraje de Hark con cualquier película pornográfica. Si en ístas los encuentros sexuales son dilatados temporalmente, más allá de lo que las situaciones exigen para ser entendidas, intentando conseguir un orgasmo de cada uno de los espectadores, algo similar ocurre con las secuencias de acción de Contra la corriente, extendidas hasta el delirio para provocar algún tipo de sensación adrenalínica, a la manera de la que asalta a los niños en el recorrido por el túnel del tren fantasma. Al momento de filmar los enfrentamientos, que ocupan las tres cuartas partes del metraje, Hark saca a luz una batería de recursos muy amplia y estrictamente cinematográfica, pero parece tan grande su necesidad de poner en evidencia su sapiencia en la materia que aquello que bien comienza pierde interés por su exceso, como si en esta su primera película en China después de dos fallidas experiencias estadounidenses protagonizadas por Jean Claude Van Damme -La colonia (1997) y Knock off (1998)-, quisiera dar rienda suelta a todo el salvajismo visceral que debió refrenar en el reprimido Hollywood. En sus comienzos, secuencias como la de la fiesta de cumpleaños de Mr. Hong, donde alcanza climas oníricos, o el múltiple asedio al departamento de Jack, son brillantes. Cuando en la interminable lucha final en la estación de trenes de Kowloon incluye, además, el nacimiento del hijo de Ah Hui entre disparos, patadas, caídas, golpes de puño y acrobacias varias, todo minuciosamente coreografiado, parece un exceso del que se avergonzaría hasta un desmelenado como Ken Russell, lo que no es poco decir.

Los exégetas y panegiristas -que los hay y muchos- de la producción industrial de Hong Kong, dentro de la cual suelen ubicar a Tsui Hark como uno de sus directores más importantes, sostienen, por ejemplo, que “(...)se trata de un cine esencialmente popular y no de un fenómeno limitado al consumo de un grupo de exquisitos”. Las estrategias narrativas que acá se implementan y los múltiples signos de autoría que se proponen -preeminencia obsesiva de los movimientos de cámara sobre los actores, voice over del protagonista a cargo del realizador, también guionista- ponen en cuestión la citada afirmación, a menos que, como sostiene Roger Odin, haya terminado la usual estructura terciaria de película, narración y espectador para dar lugar a un nuevo consumidor menos alerta a las historias que a la descarga energética del flujo de música e imágenes. Es decir, que se haya abandonado la comunicación para dar lugar a la comunión. Si esto fuera así, podríamos convenir en que el cinematógrafo (y empleo deliberadamente la palabra en el sentido bressoniano) ha desaparecido.


Ficha técnica:

Contra la corriente (Shunliu niliu / Time and Tide)
China (Hong Kong), 2000.
Cantonés, mandarín, castellano e inglés, color, 113m.
Dirección: Tsui Hark.
Intírpretes: Nicholas Tse (Tyler Yim), Wu Bai (Jack), Candy Lo (Ah Hui), Cathy Tsui (Ah Jo), Anthony Wong Chau-Sang (Tío Ji), Couto Remotigue Jr. (Miguel Joventino) y Hark Tsui (voz del narrador).
Guión: Koan Hui y Tsui Hark.
Fotografía: Chiu-Lam Ko, Herman Yau.
Montaje: Marco Mak.
Música original: Tommy Wai.
Sonido: Martin Richard Chappell, May Mok.
Coordinador de dobles: Xin Xin Xiong.
Productor: Tsui Hark.
Co-productor: Nansun Shi.
Compañías productoras: Columbia Pictures Film Prods. Asia presentation, Film Workshop.
Editó en video en Argentina: LK-Tel.

EMILIO TOIBERO.

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